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Conoce la historia

Actualizado: 19 ago 2020

Saliendo de la calle

Para empezar a comprender la importancia de la cultura hiphop en el mundo, es necesario conocer sus orígenes, que se remontan a los años 70, en distritos marginales de Nueva York. Se dio a conocer en fiestas clandestinas en el Bronx y Harlem en salones de edificios que habían sido construidos por el Estado para familias de clase trabajadora, también conocidos como Projects. Habían dos organizadores de fiestas que sobresalieron: DJ Kool Herc y Kool DJ Dee, ellos dos y Afrika Bambaataa son la sagrada familia del hiphop. En sus inicios, el hiphop fue pensado como puro ritmo y fiesta, y poco a poco fue tomando fuerza entre los jóvenes, quienes esperaban a que llegara la noche para mostrar sus nuevos pasos de baile en estos sonidos llenos de funk y música disco, pero sin letra, solo el instrumental. Los segmentos de canciones conocidas de estos géneros musicales en los que no cantaba nadie, sino que solo se repetía la melodía una y otra vez, fueron los que dieron inicio al hiphop, esa repetición de ritmo se denominó el término de breakbeat.


La invitación a la fiesta donde nació el ritmo que definiría al hiphop, presentada por el joven Dj Kool Herc (18 años). Por la creación del breakbeat, Kool Herc es considerado El padre del hip hop. “La fiesta de Dj Kool Herc”/Wikimedia Commons.

Fue tanto su auge que varias pandillas de las zonas del Bronx y de Harlem empezaron a crear coreografías y todo tipo de movimientos en conjunto para, además de dominar las calles y tener el control sobre la venta de drogas, dominar las pistas de baile.

Los Bronx Projects eran complejos de edificios en los que habitaban alrededor de 3.000 personas en cada edificación, es donde predominaban la pobreza y la violencia a causa de las pandillas y de la guerra por el control territorial. Una de las pandillas más grandes era la Black Spades, cuyo líder es considerado hoy en día como El Abuelo del hiphop: Kevin Donovan, más conocido como Afrika Bambaataa. El hogar de Bambaataa, Bronx River Houses, fue uno de los primeros complejos entre su clase en tener cámaras y vigilancia tiempo completo por parte de la policía, debido a las bandas de narcotraficantes que se asentaron allí y a la violencia que traía consigo la guerra por el control de la venta de drogas.

El respeto que se le tiene a Afrika Bambaataa es gracias al cambio de mentalidad que les inculcó a los jóvenes de su pandilla y a las demás agrupaciones del Bronx. Les mostró un camino donde la idea era poder unirse alrededor del hiphop y expandir sus conocimientos en torno a los tres pilares que forman esta cultura.

En estos pilares está la música, con la figura del DJ, que es el punto inicial de lo que hoy conocemos como música rap. También está el MC (Maestro de ceremonias) quien es el encargado de apoyar al DJ e interactuar con el público para que no se pierda la energía del público. También está el baile, que es lo que hacen los B-Girls y B-Boys, conocido por algunos como el Break Dance. Por último, está el arte visual, con el que se denominan los distintos estilos del grafiti; aunque este elemento es controversial, ya que antes de que surgiera el rap y el Break Dance, ya existían por las calles de Filadelfia y Nueva York escritores o grafiteros que no tenían nada que ver ni con la música, ni el estilo ni el pensamiento del hiphop.

Estos elementos que conforman el hiphop han sido heredados por las futuras generaciones y replicados por diferentes ciudades en el mundo, entre ellas Bogotá.

Recorriendo el mundo

La unión del baile, la música y el grafiti se fue dando por los gestores culturales que veían en este último otra forma de expresión de la juventud desde los guetos, así lo fueron acercando y brindando espacios en conjunto, con el rap y el Break Dance se volverían inseparables. El conjunto de estos saberes artísticos sería conocido mundialmente como hiphop. Bambaataa se desligó de los Black Spades, y para el año 1976, fundó la Universal Zulu Nation. Esta es una organización que hoy en día les brinda a los jóvenes actividades culturales como una alternativa pacífica para crecer a nivel personal y formarse profesionalmente. Su objetivo es que salgan del círculo de las pandillas y del narcotráfico, acercándolos a la música, al baile y a la pintura. Cuatro décadas tejiendo comunidad por medio de pedagogías ligadas a la cultura hip hop y que ha sido un camino constante que le ha permitido al hiphop, transitar de la marginalidad a la escuela y cuyo modelo pedagógico y de inclusión social se ha empezado a replicar en otros países.

Esto es lo que han resaltado algunos investigadores de las ciencias sociales, como el sociólogo de la Universidad de Campinas Thomas Dwyer en Handbook of the sociology of youth in Brics countries (2018). Este fenómeno social no es exclusivo del Bronx, ni de Estados Unidos. Al hablar y al describir los procesos juveniles que se han desarrollado en zonas periféricas de grandes ciudades de Brasil, como San Pablo o Río de Janeiro, estos han estado vinculados con tribus urbanas y géneros musicales entre los que se encuentran: el punk, el movimiento dark, el funk y por supuesto, el hiphop. Todos estos, a través de diferentes expresiones artísticas/culturales han intentado y siguen tratando de denunciar los problemas de la vida en la urbe, que pareciera que no los cobija, y no es capaz de brindar las mínimas condiciones de vida para todos sus habitantes. Por ejemplo, Rio de Janeiro y su dicotomía entre fabelas llenas de extrema pobreza, delincuencia y muerte, que cercan las playas y los hoteles más lujosos de la ciudad, en estos lugares nacen los procesos que cuenta De la marginalidad a la escuela.

Dwyer sostiene que, a diferencia de las demás expresiones juveniles “En particular, el movimiento hiphop toma características militantes para el desarrollo de acciones sociales y culturales en sus comunidades. Estos trabajos y proyectos son llevados a cabo por distintas organizaciones creadas entre los mismos grupos de Rap, Break Dance o Grafiti”. Continuando Dwyer con la idea de la relación que existe entre el hiphop (Los/as Hiphoperos/as), y los procesos de formación, resignificación y apropiación que tienen con el lugar donde viven o que comparten con su comunidad.

Así se veía la ciudad de Nueva York a mediados de los años setenta, permeada no por el grafiti, sino por una revolución de arte alternativo. Las transformaciones que vivió Nueva York fueron recopiladas en el documental NY GRAFFITI EXPERIENCE (1976), el cual se presenta a continuación, como una forma de introducir a quienes leen estas líneas a las diferentes vertientes de esta cultura.

Nueva York en los años 70

En este video se observan las líneas de tren (por dentro, por fuera y en sus ventanas) y las paredes (fachadas privadas, edificios, casas, parques, etc…) de la ciudad de Nueva York, convertidas en un lienzo público. NY GRAFFITI EXPERIENCE (1976).

A Colombia el hiphop llegó a través de películas de los años ochenta como Flashdance (1983) o Beat Street (1984), en las que se apreciaban ya algunos de los emblemáticos pasos de Break Dance que llamaron la atención de cientos de jóvenes y los introdujeron a esta nueva moda. El investigador colombiano Juan Pablo García Naranjo, en ‘Las rutas del giro y el estilo’ (2006), relata en detalle cuáles fueron los lugares y las fechas en las que empezó a permear el Break Dance en la ciudad de Bogotá, los primeros bosquejos del hiphop en la capital. De esta influencia extranjera nació uno de los grupos más representativos del hiphop nacional, La Etnnia, fueron en sus incios un grupo más de jóvenes que bailaban Break Dance en las esquinas del barrio Las Cruces, uno de los barrios más marginados de la ciudad, aunque se encuentre en el centro histórico de Bogotá.

El hiphop se ha visibilizado en Colombia de tal forma que uno de los eventos más grandes en el país como el Festival Estéreo Picnic, ha incluido en su cartel principal al rapero estadounidense Kendrick Lamar, uno de los raperos más reconocidos a nivel mundial, quien cuenta con 12 premios Grammy, en categorías como Canción del año, Mejor video musical, mejor canción Rap y mejor interpretación Rap, y quien además es el único rapero que ha recibido el prestigioso Premio Pulitzer con su último trabajo discográfico DAMN. Un hecho que demuestra la influencia del hiphop y la manera como ha permeado diferentes esferas dentro y fuera de la música que en sus inicios le era imposible imaginar.

Y es que esta cultura hiphop se forjó en la marginalidad de la ciudad, en los barrios pobres, en los barrios violentos, en los barrios abandonados por el Estado, en los barrios donde se necesitaba una voz de revolución, por medio de una pintura, o a través de un baile. José Manuel Granados, magister en estética e historia del arte, en ‘Una aproximación al rap bogotano a través de las prácticas apropiacionistas desde la plástica’ (2016) señala que “el barrio Las Cruces es reconocido por ser el origen del rap en la ciudad de Bogotá, de ser un barrio obrero en los años cuarenta, posteriormente acoge a los desplazados de diferentes zonas del país, convirtiéndose así en un referente de pobreza, abandono, drogas, una manifestación de la desigualdad cultural y económica de la nación”.

Del barrio Las Cruces en Bogotá salió La Etnnia y un sin fin de grandes exponentes de la cultura hiphop nacional, es por eso que a este lugar se le puede catalogar como la cuna del hiphop bogotano. Aunque Las Cruces no es el único en el cual sus jóvenes fueron encontrando en esta cultura una forma de sobrevivir a la delincuencia, a la inseguridad y a la falta de presencia del Estado.


Barrios como El Rincón, de la localidad de Suba, Quirigua (Engativá), Las Ferias (Engativá) o La Victoria (San Cristóbal), también tuvieron sus exponentes para finales de los años ochenta e inicios de los noventa, décadas en las que se empezaron a dar los primeros pasos del hiphop en Bogotá.

El caso de Las Cruces es particular por la cantidad de artistas que produjo y su calidad, en términos de letra, música y originalidad: La Etnnia, Gotas de rap, Estilo bajo, Cescru enlace, Todo Copas, Zkirla o Yako el arriero, son agrupaciones y hiphoperos que con el canto, el baile, el grafiti y demás expresiones artísticas propias de esta cultura, lograron reescribir su historia, dejar a un lado el consumo de drogas ilícitas, alejarse de las pandillas, y cambiar las peleas y los demás inconvenientes que vieron desde que eran niños por el arte y otras manifestaciones de expresión, estas historias se pueden ver reflejadas en cada una de las formas de arte que hacen los jóvenes.

Una de las agrupaciones que logró convirtirse en un paradigma para el hiphop en Las Cruces y posteriormente para la historia del hiphop colombiano fueron los New Rappers Colombian Breakers (1998). Sus miembros fueron Kany, Ata (ambos fundadores de La Etnnia), Javi Tormento (Líder de Gotas de Rap), Jesús Osvaldo “Chucho”, Gordo, Efrén, Piraña y algunos otros breakers quienes después de ver los pasos de baile de películas como Beat Street (1984), empezaron a replicarlos tanto en discotecas (Estudio 51, Atlántida) como en parques de la ciudad (El parque de Las Cruces era epicentro de los jóvenes bailarínes del suroriente de la ciudad); luego incluyeron el rapeo y las expresiones artísticas en las paredes y así, de manera orgánica, se fueron uniendo a cada uno de los 3 pilares del hiphop.

Después de esos primeros años de aprendizaje, el grupo se disolvió y los integrantes decidieron desarrollar por su cuenta su propuesta artística personal. De estos jóvenes entre los 11 y 19 años salieron dos de las agrupaciones más representativas del hiphop colombiano: Gotas de Rap y La Etnnia. Los primeros en el hiphop nacional en lanzar un disco de rap al mercado, Gotas de rap con Contra el muro (1995) y La Etnnia con El ataque del metano (1995).

La Etnnia - Alto al secuestro

Un video de los jóvenes del grupo La Etnnia cantando Alto al secuestro, en Las calles del Rap(1993) documental realizado por Colcultura.

Jesús, uno de los integrantes de New Rappers Colombian Breakers, cuenta en el libro Las rutas del giro y el estilo (2006) que en su grupo era requisito no tener “viciosos”, ya que al crecer en un barrio como Las Cruces y sus alrededores habían podido evidenciar todos los problemas derivados del consumo de drogas y de la violencia de primera mano. “Recuerdo que mi hermano llegaba a la casa tarde a sacar cuchillos y sacar machetes porque tenía pleitos con otros barrios y cosas así” comenta el músico en uno de los apartes de este libro. Lo que hacían los New Rappers fue una respuesta similar a lo realizado por la Zulu Nation y Afrika Bambaataa en los edificios residenciales del Bronx, solo que con una década de diferencia. Tomar las actividades artísticas y convertirlas casi que en procesos educativos y formativos en medio de la comunidad, que en ambos casos estaba llena de guerra de drogas, asesinatos, violencia, inseguridad, falta de oportunidades.

El hiphop se desarrolló desde una propuesta de cambio y resistencia en los lugares donde los problemas de orden público eran mayores que en el resto de la ciudad. Las historias de lucha y reivindicación siguen siendo parte inherente del hiphop, la revolución, el cambio y la resistencia contra el sistema que oprime y ataca al más débil. Pero, a diferencia de años atrás, los actos como pintar una pared, tomar un micrófono, hacer acrobacias en el piso o crear y mezclar sonidos, no se ven más como una actividad a perseguir o de la cual preocuparse, sino, son cada vez más consideradas como alternativas de cambio y tejido comunitario, entre y para la población.

Grafiti, la expansión global

Uno de los primeros bosquejos del grafiti moderno que conocemos hoy en día, desde finales de la década de los cuarenta son aquellas paredes pintadas por soldados en la Segunda Guerra Mundial, uno de los más conocidos es “Kilroy was here (Kilroy estuvo aquí)”, Kilroy era trabajador en una fabrica de bombas estadounidense y cuando le daba un visto bueno a cada una, le escribía su mensaje. Los soldados que dispararon esas bombas en Europa escribían el mismo mensaje en las paredes que quedaban en pie después de los bombardeos. Estas se consideran las primeras muestras de este fenómeno global. 20 años después, en Nueva York se empiezan a ver nombres repetidos por buena parte de la ciudad como Julio 204 o Taki 183, en Francia florece el grafiti político como otra fuerza para las protestas de los movimientos ligados al M68. Una de las más recordadas es: “Prohibido Prohibir”.


“Kilroy estuvo aquí” esta imagen se volvería una leyenda durante la Segunda Guerra Mundial, es catalogado como el primer grafiti moderno. Wikimedia Commons


“La imaginación se toma el poder” en Mayo del 68 se llevaron a cabo una serie de protestas en Francia por parte de grupos estudiantiles en contra del Estado, en las paredes se podían leer estos mensajes. Getty Images.


En Nueva York los grafiteros pasaron de poner su nombre por todo el barrio y zonas aledañas, a pintar su firma en toda la ciudad. Para lograrlo, empezaron a marcar los trenes y autobuses de forma tal que su ‘placa’ fuera vista por todos lados. A este acto lo llamaban “Bombing”, que significa bombardear la ciudad con su mensaje; el cual a veces era su nombre, una frase en contra de la policía, de la guerra, o de la muerte violenta. Esta práctica fue permeando tanto la ciudad y creciendo a tal medida que los escritores cada vez hacían trabajos más grandes, con más color, con más estilo. Tanto fue así, que para inicios de los años ochenta no se podía ver desde adentro del vagón de un tren en Nueva York por la ventana ya que toda estaba pintada, se volvió un tema de orden público, el cual empezó a ligarse con el vandalismo.


El ‘bombing’ se situó en el mismo grupo de delitos que los robos a tiendas, estafas y timos. Según el alcalde de Nueva York en ese entonces, Edward Koch, para 1983 las llamadas ‘pintadas’ en paredes públicas y privadas le costaron a la administración de la ciudad un millón de dólares. Decía Koch en una entrevista en Style Wars (1983) que estos actos “destruyen el estilo de vida del ciudadano común y estos actos merecen cárcel”. Estas afirmaciones desencadenaron en una persecusión que se extendió por una década, sustentados en la teoría de las ventanas rotas, que relaciona el mantener limpios los entornos urbanos de la ciudad, como las fachadas de los edificios, los parques o el transporte público, con la disminución de la criminalidad y el vandalismo ya que en teoria un entorno deteriorado invitaba a los ciudadanos a cometer acciones ilegales.


Una mirada detallada a la escena del grafiti en Nueva York durante la década de los 80 es Subway Art (1984), publicación de Martha Cooper y Henry Chalfant, disponible AQUÍ .


Este periodo histórico para el grafiti es retratado en uno de los primeros documentales sobre este tema, Style Wars (1983), jóvenes pioneros del grafiti pintaban sus “tags” -que son los pseudónimos que tiene cada uno de los grafiteros y se vuelven su marca en cada uno de los trabajos que hacen, en los trenes y subterráneos de la Ciudad de Nueva York- acompañados de mensajes, en su mayoría, en contra de la policía y la persecución que sentían por parte de las autoridades. Sobre esta situación, Harvey Murcia Quiñones, lingüista y analista colombiano, presenta la relación entre el grafiti, el espacio público y los habitantes de la ciudad que se apropian de los espacios, describiendo esta práctica como “El tensionar los acuerdos tácitos del residir en la ciudad” en ‘Hablando desde los Muros’ (2015).


Así llegó a expandirse por la mayoría de ciudades en el mundo el grafiti estilo neoyorquino, por películas como Style Wars (1983) o Wild Style (1982), y propagando una estética que sería paradigmática, tanto en el arte como en la historia.

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